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LA BESTIA EL DRAGÓN Y LA MUJER

LA BESTIA EL DRAGÓN Y LA MUJER

I. LA BESTIA Y SUS ORÍGENES

Una advertencia temible

La advertencia de castigo más temida que aparece en la Biblia se encuentra en Apocalipsis 14:9, 10 y dice: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero”.

Esta descripción es tan amenazadora y distinta a todos los demás pasajes que hablan sobre el carácter de Dios, que nos hace temblar de espanto. Sin embargo, apunta con claridad a un tiempo cuando la misericordia de Dios le será negada a aquellos que han rechazado continuamente la autoridad del Cielo. Será un acto sin paralelo de parte de Dios, en cuanto a su relación con la familia humana. Durante casi 6,000 años, los juicios de Dios sobre los impíos han sido atenuados por su misericordia. Pero el grado de rebelión ha llegado a un punto, que obliga a Dios a intervenir y exponer la magnitud de la traición del hombre contra el gobierno de Dios.

Justo aquí, sentimos curiosidad por saber más sobre el pecado que obliga a Dios a realizar su obra extraña de castigar con fuego. Note que la disputa final involucra la lealtad al poder de la bestia, al que se alude con frecuencia en las profecías bíblicas. Al final, el mundo estará dividido en dos grandes bandos: los que adoran al Dios verdadero y los que adoran a la bestia de Apocalipsis 13. Pero ¿qué provoca esta profunda división entre los habitantes de la tierra? Después de describir el destino final de los adoradores falsos en Apocalipsis 14:9-11, Juan agrega lo siguiente en el versículo 12: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Se observa un marcado contraste entre los que siguen a la bestia y los que siguen al Cordero.

Cabe destacar que la controversia se centra en la observancia de los mandamientos de Dios. A los que no reciben la marca de la bestia, se los describe como guardadores de los mandamientos, y el resto es objeto de la ira de Dios. Esto coincide perfectamente con la declaración de Pablo en Romanos 6:16: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”.

La máxima expresión de lealtad se materializa a través de la obediencia. Al final, la mayoría de los habitantes del mundo aceptarán la autoridad del poder falso del anticristo, en desobediencia a la ley de los Diez Mandamientos de Dios. Toda persona tendrá que elegir de qué lado quiere estar. La Biblia deja muy claro, que la vida o la muerte dependen de la decisión final que se tome en cuanto a la bestia de Apocalipsis 13.

Por extraño que parezca, los teólogos modernos han ignorado el mensaje de advertencia de Apocalipsis 14, que trata sobre la marca de la bestia. El interés de las multitudes ha sido menoscabado por la influencia de pastores, que no toman en serio las solemnes palabras de la profecía de Juan. Con frecuencia se desestima el libro de Apocalipsis como algo de poca importancia y confuso, que se aplicaba únicamente a un problema local en la Iglesia primitiva. Por algún motivo se considera el Apocalipsis como un libro sellado, en lugar de la verdad revelada. Notemos la promesa hecha a los que buscan con denuedo la verdad en este maravilloso libro: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3).

Antes de profundizar en el relato de Juan sobre el enfrentamiento final entre Cristo y Satanás, analicemos con detenimiento las partes contendientes en este conflicto. ¿Cuándo y cómo comenzó y cómo terminará?

Si bien, el clímax del conflicto entre el bien y el mal ocurre justo al final de la historia de la humanidad, cuando el mundo se encuentre irremediablemente dividido en dos bandos contrarios. La controversia entre Cristo y Satanás ha existido desde hace casi 6,000 años. Comenzó en el cielo con la rebelión de Lucifer en contra del dominio de Dios en el universo. La historia del ángel perfecto que codició la posición de Dios aparece en varios escritos proféticos del Antiguo Testamento.

Isaías dice con referencia a este ser glorioso: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-14).

Las semillas de esa rebelión egoísta plantadas por el ángel líder se esparcieron rápidamente, influyendo en la lealtad de otros ángeles. Poco después, un tercio de la hueste celestial se sumó al bando de Lucifer, y así se originó la gran controversia —un conflicto que duraría más de 6,000 años, y que finalmente obligaría a toda criatura viviente en el cielo y en la tierra a tomar una decisión—.

El resultado inmediato de la discordia fue una guerra en el cielo, que culminó con la expulsión de Lucifer de la presencia de Dios y de los ángeles leales. Juan lo describe de esta manera: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:7-9).

El ángel caído ya no sería conocido como Lucifer, que significa “estrella de la mañana”, sino como Satanás, que equivale a “adversario”. El conflicto se transfirió del cielo a esta tierra. Aquí continuará hasta alcanzar su punto culminante, con la división de las multitudes del planeta a favor o en contra de los mandamientos de Dios. Así como empezó la rebelión, con un rechazo a la autoridad de Dios, así terminará, con una actitud desafiante contra su autoridad conferida en la ley de su gobierno.

Satanás ha permanecido en la Tierra con sus ángeles malvados desde el momento en que fue echado de las regiones de luz. Con astucia diabólica, ha puesto en práctica distintas formas de guerra contra Dios y su plan para este mundo. Utilizando artificios engañosos, no ha escatimado esfuerzos para derrocar la autoridad de Dios. El propósito de esta breve obra es, exponer las incontables arremetidas de Satanás contra los fundamentos de la verdad.

Cada generación ha experimentado una nueva manifestación de ese poder maligno, en su infatigable batalla contra el plan del Cielo para salvar al mundo. La forma final que adoptará la oposición enemiga será la bestia de Apocalipsis 13. Ese falso poder contenderá, en un conflicto mortal, contra los mandamientos de Dios. El mundo entero se verá forzado a tomar partido. La confederación del mal se consolidará para lanzar un último y desesperado ataque, en la lucha por lograr la lealtad de los habitantes de la Tierra. Los puntos en controversia estarán claramente definidos, y nadie podrá asumir una postura neutral. La obediencia a Dios o a Satanás, tal como lo manifiesta el poder de la bestia, serán las únicas alternativas ofrecidas al hombre.

Con este pequeño trasfondo sobre los contendientes, veamos en detalle el escenario bíblico de la última batalla decisiva del gran conflicto. Recordemos que la bestia de Apocalipsis 13 simboliza el gigantesco poder del anticristo, que intenta desplazar a Dios del todo. Esta es la descripción de ese poder según Apocalipsis 13:1-7: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; además de autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación”.

No se puede ignorar la escala de oposición sin precedentes contra Dios y los que le siguen. Más adelante en este mismo capítulo, leemos que esta bestia ejercerá tanta influencia sobre la tierra, que hará que los hombres reciban una marca en la frente o en la mano (Apocalipsis 13:16). Aquellos que reciban la marca sufrirán la terrible ira de Dios tal y como lo describe Apocalipsis 14:9, 10. La ira de Dios se define en Apocalipsis 15:1 con estas palabras: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios”.

El capítulo 16 de Apocalipsis, revela con precisión la terrible naturaleza de esas plagas y los sufrimientos extremos infligidos sobre quienes reciben la marca de la bestia. No abundaremos en ello en este momento, pero recordemos que este tema conlleva vida o muerte eterna para todos. ¡Cuán importante es entender a quién representa la bestia y cómo evitar recibir esa marca! No hay cabida para conjeturas o especulaciones sobre este tema de vital importancia. Debemos saber exactamente donde yace el peligro y cómo evitarlo.

El cristiano promedio, apenas se percata de la urgencia del tema. No tiene la más mínima idea sobre el significado de la bestia o su marca, aun cuando su destino depende de ello. Una gran mayoría de predicadores fomenta la ignorancia sobre el tema entre los feligreses, al instarlos a no preocuparse de la bestia, porque es un tema demasiado complicado para comprender. Siempre y cuando amen a Dios, todo saldrá bien. No es posible saber a ciencia cierta quién es la bestia.

¿Les parece lógico que Dios nos advierta sobre el terrible peligro que supone la bestia —un peligro tan mortal que conlleva a la vida o a la muerte— y luego nos diga que es imposible identificarla? ¿Nos diría: “Serás arrojado al fuego si recibes la marca, pero no te voy a decir qué significa; es una lástima si la tienes”? Esta no es la forma en que Dios trabaja. Nos advierte de un peligro que se puede evitar. Sabremos si estamos a salvo de la bestia, solo si sabemos quién es la bestia. Sabremos si estamos a salvo de recibir la marca, solo si sabemos de qué se trata la marca.

¿Es posible entender la marca de la bestia? Sin lugar a dudas, podemos y debemos saberlo. Lo primero es entender la identidad misma de la bestia profética. Queda establecido de antemano, que este extraño animal amalgamado no debe interpretarse de manera literal. No se ha visto jamás una criatura con cuerpo de leopardo, boca de león y pies de oso. Los libros proféticos de la Biblia se componen de tipos y símbolos. Esta bestia representa algo. Pero ¿qué? Este tema no da cabida a conjeturas. La Biblia no deja lugar a dudas. Desempeña la función de su propio comentario divino y provee la interpretación para entender las profecías.

Todo en la descripción bíblica de la bestia es simbólico. Consideremos, por ejemplo, las aguas de las que surge el animal. ¿Qué es lo que representan? Leamos la respuesta en Apocalipsis 17:15: “Me dijo también: Las aguas que has visto... son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. No deben plantearse objeciones sobre este punto. Dios nos explicó claramente el significado de aguas en la profecía. Una vez se interprete el símbolo en una profecía, la regla se aplicará a todas las demás. El agua siempre simbolizará pueblos en las imágenes proféticas bíblicas.

Ahora, ¿qué sucede con los otros componentes de la extraña bestia apocalíptica? ¿Qué representan? Para tener una idea clara sobre la bestia, debemos ir al libro de Daniel en el Antiguo Testamento y comparar Escritura con Escritura. Los libros de Daniel y Apocalipsis se explican mutuamente. Encajan a la perfección. Recordemos que Daniel tuvo una visión similar a la de Juan. Daniel 7:2, 3 la describe: “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar”. Vio el agua profética como Juan, pero Daniel identificó cuatro bestias que subían, en lugar de una.

Sabemos que el agua representa pueblos o multitudes, pero ¿qué representan los animales? La respuesta se encuentra en el versículo 17: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra”. Ahí está. ¡Se encuentra redactado tan claramente que no da cabida a cuestionamientos ni dudas! Dios dice que los animales en la profecía representan naciones. Así como tenemos el águila americana y el oso ruso en nuestro vocabulario político moderno, Dios también usó animales hace muchísimo tiempo para representar países. Luego, para ser más explícito, Dios agregó lo siguiente en el versículo 23: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra”. Si el cuarto animal representaba el cuarto imperio de la historia, entonces los tres primeros tendrían que representar los primeros tres imperios.

Esta explicación se vuelve más sencilla y clara, cuando recordamos que han existido solo cuatro imperios mundiales en la tierra, desde los días de Daniel. Estos reinos se mencionan en la profecía bíblica, y se les llama por su nombre en otras profecías similares de Daniel. Ver Daniel 8:20, 21 y Daniel 11:2 para encontrar ejemplos de lo mencionado. En el segundo capítulo de Daniel, los mismos cuatro reinos están representados por los cuatro metales encontrados en la enorme estatua del sueño de Nabucodonosor. Esos cuatro imperios son Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma.

Examinemos con detenimiento estos animales, uno por uno, a medida que aparecen en la visión del profeta. La primera bestia era “como león, y tenía alas de águila” (Daniel 7:4). Vemos representado el gran Imperio de Babilonia, muy bien simbolizado por el rey de las bestias. Fue una de las naciones más ricas y fuertes que jamás haya existido en la tierra. Note que este animal tiene alas. Las alas en la terminología profética simbolizan velocidad. Efectivamente, Babilonia surgió en poco tiempo para asumir su posición como gobernante del mundo entero.

Desde el año 606 a.C. hasta el 538 a.C., Babilonia continuó ejerciendo su amplia autoridad. Pero se iba a producir un cambio. Daniel vio a la segunda bestia: “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes” (Daniel 7:5). Después de Babilonia, el Imperio medo-persa asumió el control en el año 538 a.C., convirtiéndose en el segundo imperio mundial.

El oso se alzaba de un costado, para representar el hecho de que Persia era más fuerte que Media. Esas dos potencias estaban aliadas en su dominio sobre la tierra. Las tres costillas simbolizan probablemente, las tres provincias de ese reino: Babilonia, Lidia y Egipto.

Luego, en el año 331 a.C., Medo-Persia cayó y surgió el tercer imperio mundial. Según la profecía: “le fue dado dominio” (v. 6). Era “semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas” (v. 6). Cualquier estudiante que haya prestado atención a sus lecciones de historia antigua, sabrá que Grecia surgió como el tercer imperio mundial. Alejandro Magno vino del oeste y puso el mundo a sus pies en muy poco tiempo. Las cuatro alas del leopardo denotan la extraordinaria velocidad con que Alejandro sometió a las naciones. En ocho años había subyugado completamente al mundo, y se sentó a llorar porque no había más mundos que conquistar.

Pero no pudo conquistarse a sí mismo; murió cuando era un joven de treinta y tres años, en el apogeo de su poder. A su muerte, el reino se dividió entre sus cuatro generales principales: Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo. Las cuatro cabezas de la bestia representan esas divisiones de su imperio. Esto nos lleva al año 168 a.C., cuando ocurrió la caída del Imperio griego en ese mismo año. Hasta ahora, cada detalle de la profecía se ha cumplido con exactitud.

Notemos el surgimiento de la cuarta bestia, que es el “cuarto reino sobre la tierra” (v. 23). Si bien, Daniel había visto bestias salvajes vivientes como las que fueron descritas en los primeros tres símbolos proféticos, nunca había visto una criatura semejante a la cuarta bestia terrible. Así la describe la Biblia: “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies... y tenía diez cuernos” (v. 7).

Esta bestia simboliza el cuarto imperio mundial, que fue la monarquía de hierro romana. La extensión de su cruel dominio sobre la tierra ha sido bien documentada en las páginas de la historia antigua. Pero esta poderosa nación también sería dividida, como se indica en el versículo 24: “Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes”. Cabe destacar que esta es la interpretación de Dios en cuanto a los diez cuernos de este animal. Roma se dividiría en diez regiones distintas.

Siguiendo el curso de la historia, descubrimos que el cumplimiento exacto se dio en el año 476 d.C. Las tribus bárbaras procedentes de la región del norte invadieron el territorio de Europa Occidental, dividiéndolo en diez partes. Esas partes, por supuesto, corresponden a los diez dedos de los pies de la enorme imagen de Daniel 2.

Todos los estudiantes de historia conocen bien los nombres de las tribus conquistadoras de Europa Occidental en el año 476 d.C.: Los anglosajones, alamanes, hérulos, vándalos, ostrogodos, visigodos, suevos, lombardos, burgundios y los francos. Siete de esas tribus se convirtieron en naciones modernas, y continúan existiendo hasta el día de hoy. Sobreviven en el mapa de Europa como potencias importantes del siglo XX. Tres de ellas desaparecieron del escenario histórico, como veremos en un momento.

Estamos preparados para leer el siguiente versículo de la profecía y descubrir el significado del cuerno pequeño en la visión de Daniel. “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (v. 8). En este punto, de hecho, hay que ser muy cuidadosos. No debemos cometer el error de identificar falsamente al cuerno pequeño, porque este demostrará ser el anticristo de la historia.

Para evitar equivocarnos, sería bueno considerar primero las nueve marcas características que lo definen, descritas en la profecía misma. Estas marcas de identidad no dan pie a interpretaciones erróneas. No nos atrevamos a suponer o a especular acerca de la identidad histórica de este “cuerno pequeño” de la profecía.

Primero, el cuerno pequeño surgió de entre los diez. Esto lo ubica geográficamente en Europa Occidental. Segundo, surgió después que aparecieron los diez cuernos, ya que salió “entre ellos”. Dado que los diez hicieron su aparición en el año 476 d.C., el cuerno pequeño tendría que haber comenzado su reinado en algún momento después de esa fecha. Tercero, erradicaría a tres de las diez tribus al llegar al poder. El versículo 8 dice que delante del cuerno pequeño “fueron arrancados tres cuernos de los primeros”.

Cuarto, el cuerno pequeño tendría “ojos como de hombre, y una boca que habla grandes cosas” (v. 8). Esto da a entender que un ser humano estaría a la cabeza de la potencia representada por el cuerno pequeño. Quinto, “será diferente de los primeros [cuernos]” (v. 24). Lo que significa que el cuerno pequeño sería un tipo de poder distinto, de aquellos reinos estrictamente políticos que le precedieron. La sexta característica es revelada en la primera parte del versículo 25: “Y hablará palabras contra el Altísimo”. Otro versículo dice: “hablaba grandes cosas y blasfemias” (Apocalipsis 13:5).

Antes de continuar, definamos desde la perspectiva bíblica el significado de blasfemia. En Juan 10:30-33, Jesús estaba a punto de ser apedreado por afirmar que era uno con el Padre. Los judíos que iban a matarle dijeron: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”. Según este texto, se considera una blasfemia que un hombre tome el lugar de Dios.

Leamos otra definición de blasfemia. Jesús le había perdonado a un hombre sus pecados y los escribas le dijeron: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 2:7). Sin lugar a dudas, Jesús no era un blasfemo porque era Dios y podía perdonar pecados. Pero que un hombre hiciera semejantes afirmaciones constituía una blasfemia, según la propia definición bíblica.

La séptima característica que lo identifica se encuentra también en el versículo 25: “y a los santos del Altísimo quebrantará”. Esto confirma que el cuerno pequeño es un poder perseguidor. Hará guerra contra el pueblo de Dios y causará su muerte. La octava marca también se incluye en el versículo 25: “y pensará en cambiar los tiempos y la ley”. Aparentemente, en su férrea oposición al Dios del Cielo, hablando palabras contra Él, este poder busca además cambiar la ley de Dios. Esta pretensión del cuerno pequeño solo fue un intento de cambiar la ley. Indudablemente, el hombre nunca podrá alterar la ley moral de Dios.

La novena y última marca de identificación, en el versículo 25, nos dice exactamente cuánto tiempo este cuerno pequeño ejercería su autoridad en la tierra: “y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo”. Aquí nos encontramos ante una expresión extraña. En realidad, es un término profético que la Biblia misma explica. En Apocalipsis 12:14 leemos estas palabras con relación al mismo período de tiempo: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”.

Leamos ahora el versículo 6, que describe el mismo evento. En lugar de decir, “un tiempo, tiempos y medio tiempo”, dice, “mil doscientos sesenta días”. Así vemos que los dos períodos de tiempo representan exactamente lo mismo. Al comparar estos pasajes, entendemos que un tiempo es un año en la profecía bíblica, tiempos son dos años y la mitad de un tiempo es medio año. Esto nos da un total de 3 ½ tiempos o 3 ½ años, lo que equivale a 1,260 días. Estamos usando, por supuesto, el año bíblico de 360 días.

Estamos listos para aplicar otro importante principio a la interpretación profética. Recordemos que siempre al medir el tiempo profético, Dios utiliza un día para representar un año. En Ezequiel 4:6 se hace referencia a esta misma regla: “día por año, día por año te lo he dado”. Números 14:34 apoya esta interpretación de día por año. Este método de calcular el tiempo siempre debe aplicarse en el estudio de la profecía bíblica. Esto implica, entonces, que el poder del cuerno pequeño gobernaría durante 1,260 años, en lugar de solo 1,260 días.

Tenemos ante nosotros una lista de nueve características específicas, extraídas del capítulo 7 de Daniel, que identifican al poder del cuerno pequeño. Solo existe un poder en toda la historia que cumple con los requisitos descritos aquí. En concreto, Dios elimina cualquier otra opción y nos obliga a llegar a la única conclusión posible: la Iglesia católica cumple con todas las marcas de identidad establecidas en Daniel 7.

Echemos un vistazo rápido y observemos con cuanta exactitud se cumplen estas características. Primero, el papado surgió en Europa occidental, en el corazón mismo del territorio del Imperio romano pagano, en Roma. Segundo, apareció después del año 476 d.C. Fue en el año 538 d.C. cuando entró en vigor un decreto del emperador Justiniano, que confería preeminencia absoluta a la Iglesia de Roma. Estos son hechos históricos que pueden ser corroborados por cualquier fuente histórica confiable. Tercero, cuando surgió el papado, se le opusieron tres de las tribus que habían tomado control en el momento del colapso del Imperio romano.

Los vándalos, los ostrogodos y los hérulos, eran poderes arrianos que se oponían con fuerza al ascenso de la Iglesia católica. Los ejércitos de Roma erradicaron y destruyeron por completo a estas tres tribus. La última fue destruida en el año 538 d.C., cuando entró en vigor el decreto de Justiniano. Cuarto, la Iglesia católica tenía un hombre a la cabeza de su sistema. Quinto, el papado era una potencia distinta de los otros reinos políticos anteriores. Era un sistema político-religioso diferente a todo lo que se había visto en el mundo hasta entonces.

Examinemos con detenimiento la sexta característica: Hablar grandes cosas y blasfemar contra el Altísimo. ¿Cumple el papado con esta descripción? Solo hay que recordar que la Iglesia católica se ha atribuido el poder de perdonar pecados. En cuanto a hablar grandes cosas, permítanme citar un artículo de F. Lucii Ferraris, que aparece en el libro Prompta bibliotheca canonica juridica moralis theologica. Este libro fue impreso en Roma y cuenta con el sello de aprobación de la Enciclopedia católica.

Preste atención a las siguientes declaraciones: “El papa es tan digno y tan exaltado que no es un hombre común, es como si fuera Dios y el vicario de Dios. El papa es, por así decirlo, Dios en la tierra, principal rey de reyes, con plenitud de poderes” (Volumen VI, pág. 2529). Estas son algunas de las expresiones que la Biblia define como blasfemia. Por tanto, el papado reúne todas las características que lo identifican como el poder del cuerno pequeño.

Con respecto a la séptima característica, encontramos que la historia respalda la profecía en lo referente a la persecución papal. Todo el que tenga algún conocimiento sobre la Edad Media, está familiarizado con el hecho de que millones de personas fueron sujetas a torturas y asesinadas por la inquisición católica. En otro libro escrito por un cardenal católico, que también está aprobado por la Iglesia, leemos: “La Iglesia católica... le tiene horror a la sangre.

A pesar de ello, cuando se enfrenta a la herejía... recurre a la fuerza, al castigo corporal y a la tortura. Crea tribunales como la Inquisición. La Iglesia se ampara en las leyes del Estado... Lo hizo especialmente en el siglo XVI en el caso de los protestantes... En Francia, bajo Francisco I y Enrique II, y en Inglaterra bajo María Tudor, torturó a los herejes”. La iglesia católica, el renacimiento y el protestantismo, págs. 182-184.

Podríamos citar una miríada de declaraciones como esta, hechas por historiadores tanto católicos como protestantes, que describen las horribles torturas que las autoridades papales infligieron sobre los protestantes. Hasta aquí, notamos el cumplimiento pleno de la descripción del cuerno pequeño.

La octava característica, como aparece en el versículo veinticinco, se refiere al intento de cambiar las leyes de Dios. ¿Se aplica esto al papado? Note lo siguiente: la Iglesia católica eliminó el segundo mandamiento de sus libros doctrinales y del catecismo, porque condena la adoración de imágenes. Luego dividió el décimo mandamiento para que continuaran siendo diez. Quedaron entonces dos mandamientos contra la codicia y ninguno contra la idolatría. Este ejemplo ilustra como el papado ha pensado en cambiar la ley, pero sin éxito. La ley de Dios es inmutable.

Finalmente, llegamos a la novena característica, que nos dice con exactitud cuánto tiempo este poder ejercería su autoridad en la tierra. Descubrimos que sería por un período de 1,260 años. ¿Concuerda este dato con el registro histórico? Se sabe que el papado comenzó su reinado por orden de Justiniano, en el año 538 d.C. Al contar 1,260 años desde esta fecha, llegamos al año 1798. En ese mismo año, el general francés Berthier avanzó con sus ejércitos hacia Roma y despojó al papa de su autoridad. Fue condenado al exilio, y todas las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas.

El gobierno del Directorio Francés decretó que nunca habría otro obispo de Roma. En lo que concernía al mundo, y a juzgar por las apariencias, la Iglesia católica estaba muerta. Después de exactamente 1,260 años, en cumplimiento de la profecía, perdió el control sobre el mundo. Por tanto, esta última característica se cumple clara y únicamente en el papado.

Quizás se pregunte, qué tiene que ver todo esto con la bestia de Apocalipsis capítulo 13. Estamos listos para identificar a ese extraño animal amalgamado que detalla el libro de Apocalipsis. Leamos una vez más la descripción de esa bestia, que tiene cuerpo de leopardo, pies de oso y boca de león. “También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias” (v. 5). Notemos que esta bestia hace exactamente lo mismo que el cuerno pequeño de Daniel. El versículo cinco continúa diciendo: “Y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”. ¿Cuánto tiempo es cuarenta y dos meses? Exactamente 1,260 días o años proféticos, lo equivalente a los tres tiempos y medio de la profecía de Daniel.

En cuanto a la bestia, leemos: “Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos” (v. 7). Esta bestia también es una potencia perseguidora. Dicho de otra forma, la bestia de Apocalipsis capítulo 13 y el cuerno pequeño son el mismo poder. Ambos simbolizan el papado. Esta es la ilustración gráfica que Dios hace del papado, que gobernó el mundo con una autoridad arbitraria durante 1,260 años.

Otras similitudes se encuentran en Apocalipsis 13:3: “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”. Como mencionamos, la herida mortal se produjo en el año 1798 d.C., cuando los ejércitos franceses se llevaron cautivo al papa al exilio. Pero esa herida sería sanada y al final, el mundo entero volvería a rendirle lealtad al papado. Esa profecía se ha cumplido muy, pero muy vívidamente ante nuestros ojos.

En el año 1929, Mussolini firmó un concordato con el papa, y devolvió las propiedades que se le habían confiscado a la Iglesia. En ese momento, el papa fue hecho rey una vez más, y la Ciudad del Vaticano se estableció como un poder político soberano. Desde ese día hasta hoy, el papado continúa haciendo avances impresionantes.

En este momento, la mayoría de los países del mundo tienen representación política ante el Vaticano. Los titulares de los periódicos de la actualidad dan testimonio de la increíble influencia del papado en los asuntos mundiales. Casi todas las declaraciones del papa tienen alcance mundial, y millones de personas ven el poder papal como la influencia más dominante de la política actual. Ciertamente, la herida mortal ha sido sanada y el mundo se maravilla en pos de la bestia.

En este punto, tenemos otra pregunta concerniente a la apropiación de poder por parte de la bestia. ¿De dónde recibió la autoridad para gobernar el mundo durante 1,260 años, y para perseguir a tantos millones de personas por causa de su fe? La respuesta se encuentra en Apocalipsis 13:2: “Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad”. Note que el poder proviene del dragón. ¿Pero quién es el dragón?

Apocalipsis 12:7-9: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.

El dragón, desde luego, es Satanás mismo. Pero ¿cuándo engañó Satanás al mundo entero? Cuando fue arrojado del cielo, solo había dos personas habitando la tierra, y ellos representaban al mundo. Al engañar a Adán y a Eva en el jardín del Edén, Satanás engañó al mundo, y se apoderó temporalmente de la tierra. El gran conflicto entre el bien y el mal, que había comenzado en el cielo, se trasladó ahora a este planeta.

Después de la caída del hombre, Dios pronunció una maldición sobre todos los que participaron en esa transgresión original. En Génesis 3:15 leemos acerca de la maldición sobre el diablo o el dragón. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Esta profecía se refiere a la larga lucha que se libraría entre el dragón y la mujer; y entre la simiente del dragón y la simiente de la mujer.

Pero ¿a quién representa la mujer en esta profecía? Una mujer, en la profecía bíblica, siempre simboliza la iglesia. En Jeremías 6:2 leemos: “Destruiré a la bella y delicada hija de Sion”. ¿Quién es Sion? Isaías 51:16: “Diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú”. El gran conflicto se ha perpetuado desde el Edén. Existen dos bandos desde entonces, hasta ahora. El dragón y sus seguidores culpan a Dios y sus seguidores. La verdad versus el error y Satanás versus la iglesia.

Satanás y Dios han estado contendiendo por el control de todos los seres humanos. Estos bandos estuvieron representados hasta en los hijos de Adán. Caín estaba del lado del dragón, y quiso sustituir el sacrificio que Dios había ordenado por uno de su propia hechura. Abel pertenecía al bando de Dios, y era tan justo que Caín finalmente lo mató. ¿Recuerdan que Dios le dijo a cada uno que trajera un cordero como sacrificio, pero Caín sustituyó con frutas o verduras lo que Dios había ordenado que ofrecieran como sacrificio? Esto siempre será la marca del dragón. Intenta sustituir, o falsificar, la verdad pura de Dios.

Por los descendientes de Caín, la tierra se corrompió a tal punto que Dios tuvo que destruirla con el Diluvio. Después del Diluvio, ambos bandos resurgieron de nuevo. Los seguidores del dragón enfocaron su atención en Babel, y trataron de desafiar a Dios edificando una enorme torre que llegaría al cielo. Por supuesto, el plan fracasó y el sitio de la torre de Babel se convirtió más tarde en Babilonia, la que empezó a gobernar como el primer imperio en el año 606 a.C.

Durante esos primeros años de confusión, Dios llamó a Abraham a que saliera de Babilonia y lo envió a Canaán. Abraham había crecido en Mesopotamia, cerca del lugar donde se intentó construir la torre de Babel y donde se estableció el Imperio babilónico. El plan de Dios siempre implica un llamado a separarse de la confusión producida por la falsedad.

Estudiemos brevemente la historia del bando del dragón. La ciudad de Babilonia fue la primera capital donde se estableció el dragón en esta tierra. Allí se instituyó un sistema pagano religioso, cuyo objeto de adoración era el sol. Constituía una idolatría blasfema, llena de inmoralidad, ceremonias licenciosas y ritos degradantes. Pero los seguidores del dragón se pelearon entre sí, y Medo-Persia asumió el poder.

Aun así, continuó siendo el cuartel general del dragón, y como en el reino anterior, siguió predominando el culto a Baal. Después Grecia subió al poder, y también adoptó el mismo culto pagano al dios sol. Por último, Roma comenzó a gobernar el mundo. Pero el tipo de religión no cambió. El mitraísmo, o adoración al sol, era la religión universal del Imperio romano pagano. Desde Babilonia hasta Roma, el dragón mantuvo su dominio a través de la adoración pagana al sol.

Durante el dominio romano, ¡sucedió un evento grandioso! Había llegado la hora de que apareciera la simiente de la mujer. Recuerde, la profecía hablaba de la enemistad entre la simiente de la mujer y la simiente del dragón. La simiente de la mujer apareció en los días del Imperio romano. En Apocalipsis 12:1 leemos: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. No olvide que la mujer en la profecía representa la Iglesia. La mujer pura representa la verdadera Iglesia, pero la mujer caída simboliza un sistema religioso falso.

Esta mujer de blanco, descrita en Apocalipsis capítulo 12, representa la verdadera Iglesia, la Iglesia apostólica, que enseña doctrinas puras. Las doce estrellas en su cabeza son los doce apóstoles. “Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos… Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.

Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono” (Apocalipsis 12:2-5). Ahora bien, ¿quién era este hijo varón? Solo ha existido un hijo varón que estaba destinado a gobernar todas las naciones, y que finalmente fue llevado al trono de Dios. No es ningún otro que Jesucristo. Pero ¿quién intentó matar a Jesús cuando nació? Responde: “Herodes, el rey romano”. Y así fue. Herodes trató de matar a todos los bebés varones de Judea en un intento por destruir a Cristo.

El Imperio romano, entonces, es simbolizado en la profecía bíblica por el dragón rojo, quien es el diablo mismo. Debido a que Satanás obró a través de esta nación para destruir a Jesús, la Roma pagana está representada en la profecía por el mismo símbolo que representa al diablo. Herodes falló en su intento de destruir al hijo varón. María y José huyeron a Egipto, y evitaron que Jesús cayera víctima del terrible decreto. El golpe maestro de Satanás para destruir a Jesús en la cruz fue frustrado aquel domingo de mañana, cuando El que había sido crucificado rompió los lazos de la muerte mediante la resurrección. Cuarenta días después, fue llevado al cielo, en perfecto cumplimiento de las palabras de la profecía.

Cuando el dragón se dio cuenta que no pudo destruir a Cristo, dirigió su ira contra la Iglesia primitiva. Según Apocalipsis 12:13: “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón”. En ese momento, existía solo un pequeño número de cristianos en todo el mundo, y Satanás sintió que podía eliminarlos por completo de la faz de la tierra por medio de la persecución.

Miles y miles de cristianos se convirtieron en mártires, a consecuencia de las terribles persecuciones llevadas a cabo por los crueles emperadores romanos. Pero el evangelio continuó aumentando y extendiéndose. La sangre de los mártires era la semilla que propiciaba el crecimiento de la iglesia. Cuando uno moría, cien más florecían en su lugar. Pablo llevó el evangelio hasta las mismas puertas de Roma. El astuto dragón se preocupó. Este era el momento para que apareciera la simiente del dragón.

Durante siglos, Satanás había tratado de destruir al pueblo de Dios mediante la violenta oposición de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Había fracasado en erradicar la verdad por medio de la violencia y la persecución. Lo que no pudo hacer por la fuerza, lo intentaría por medio de estrategias y engaños. Crearía su propio sistema religioso falso. Incorporaría doctrinas paganas y filosofías de los antiguos imperios de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma y las mezclaría con la enseñanza cristiana. Mediante el engaño intentó destruir a millones.

¿En qué forma hizo su aparición la simiente del dragón? Asumió la forma de la bestia de Apocalipsis capítulo 13. Es significativo el hecho que la bestia esté compuesta de partes de león, leopardo, oso y el animal indescriptible de Daniel capítulo 7. La representación ilustrativa de Dios con respecto al papado revela que estaba constituida de partes correspondientes a los antiguos reinos paganos. En particular, extrajo su fuerza de la Roma pagana. Según Apocalipsis 13:2, el dragón le dio a la bestia su poder, trono y gran autoridad. Como saben, el dragón simboliza el Imperio romano pagano, así como al diablo mismo.

¿Confirió el Imperio romano pagano alguna autoridad al papado? El hecho es que en el año 330 d.C., Constantino, el emperador romano, entregó la ciudad de Roma al papa, para que se convirtiese en la sede de su autoridad. La historia utiliza casi las mismas palabras que la profecía para describirlo. Citaremos una fuente católica y un libro de historia sobre este punto: “Cuando el Imperio romano se hizo cristiano y la paz de la Iglesia estuvo garantizada, el emperador le cedió Roma al papa, para que se convirtiera en sede de la autoridad del vicario de Cristo, quien debería reinar allí independientemente de toda autoridad humana, hasta la consumación de los siglos, hasta el fin de los tiempos” Derechos y privilegios papales, págs. 13, 14.

“El traslado de la capital del Imperio de Roma a Constantinopla en el año 330 d.C., dejó a la Iglesia occidental prácticamente libre del poder imperial, para crear su propia institución. El obispo de Roma, en el trono de los Césares, era ahora el hombre más importante de Occidente, y pronto se vio obligado a convertirse en el líder político y espiritual” (El auge de la iglesia medieval, pág. 168).

¡Cuán expresamente muestran estas declaraciones que el papado recibió su trono y su poder de la Roma pagana! Pero ¿de dónde lo obtuvo Roma? De Grecia. ¿Y de dónde obtuvo Grecia su poder? De Medo-Persia. ¿Y de dónde lo obtuvo Medo-Persia? De Babilonia. ¿Y de dónde obtuvo Babilonia ese poder? Del dragón. Empezamos a entender por qué Dios ha dado advertencias tan terribles en contra del poder de la bestia. El dragón está detrás de todo.

Consideremos por un momento, cómo las doctrinas paganas hallaron tierra fértil en este sistema religioso falso iniciado por Satanás. Puesto que el poder del dragón se caracteriza por falsificar y sustituir, veremos a través de este sistema político-religioso cómo opera Satanás. Al igual que en el caso de Caín, se diseñaron sustitutos a fin de cumplir con los mandamientos de Dios. A muchas reliquias del culto al sol se les concedió el estatus de cristianas. Se añadieron una serie de doctrinas falsas, para que el papado ganara prestigio entre los pueblos paganos de esa época. A los ídolos paganos se los dejó de lado; sin embargo, las imágenes de Pedro, María y los santos tomaron su lugar.

Un buen ejemplo de la forma en que los conceptos paganos se introdujeron en la iglesia es la celebración de la Navidad. ¿Sabe cuál es el origen de la Navidad? La Navidad, como festividad, existió mucho antes del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre se celebraba cientos de años antes del nacimiento de Cristo. Los paganos adoraban el sol, y notaron que en diciembre los días eran mucho más cortos, y el sol se alejaba cada vez más de ellos. Temiendo que los abandonara por completo, oraban y le ofrecían sacrificios. El 25 de diciembre, por primera vez, había indicios de que el sol empezaba a acercarse; los días se hacían cada vez más largos. Decían: “El sol vuelve a nacer para nosotros”. Designaron este día para celebrar el cumpleaños del sol o del dios sol. Se convirtió en una importante fiesta religiosa.

Solo los paganos celebraban ese día, hasta que el sistema papal falso empezó a tomar forma. En aquella época, el papado adopto el día y se le llamó el nacimiento del hijo, en lugar del cumpleaños del sol. El Dr. Gilbert Murray, miembro de la Academia Británica y profesor de griego en la Universidad de Oxford, escribió lo siguiente: “El mitraísmo tuvo tanta aceptación que le fue posible imponer al mundo cristiano su propio domingo en lugar del sábado de adoración. El 25 de diciembre, en vez de ser el cumpleaños del sol, se convirtió en el natalicio de Jesús” (Historia del cristianismo a la luz del conocimiento moderno, Capítulo III; citado en “La religión y la filosofía”, págs. 73-74, Nueva York: 1929).

En realidad, no sabemos con exactitud la fecha del nacimiento de Cristo. Como pueden ver, la adopción del 25 de diciembre se basó exclusivamente en la observancia pagana de la festividad del culto al sol. Notemos la facilidad con que una institución pagana puede introducirse en las iglesias cristianas, e incluso transferirse al protestantismo.

¿Y la Pascua? Es una práctica cristiana bien conocida en nuestras iglesias modernas. Sin embargo, también era una festividad pagana que se celebraba mucho antes de la resurrección de Cristo. Todos los grupos cristianos reconocen, que el Domingo de Resurrección puede variar hasta en cinco semanas de un año a otro. Pocos saben que todo está gobernado por los cuerpos celestes. La Pascua siempre se celebra el primer domingo luego de la primera luna llena, después del equinoccio.

Los paganos de antaño notaron que todo parecía cobrar nueva vida a principios de la primavera, tan pronto como el sol cruzaba el equinoccio. Así que designaron un día en la primavera para honrar a la diosa de la fertilidad. Ese día fue dedicado a Ishtar, la diosa de la fertilidad, debido a la nueva vida y al crecimiento que tiene lugar en la naturaleza. La palabra Pascua (“easter” en inglés) ha sido transliterada del nombre de la diosa Ishtar, cuyo culto fue conmemorado como resultado de la adopción de la Pascua.

Muchas veces la comunidad cristiana se pregunta, qué tienen que ver el conejito y el huevo de Pascua con la resurrección de Cristo. Por supuesto, no tienen nada que ver con esta. Los paganos eligieron el conejo como símbolo del día de Ishtar, por su fertilidad prolífica. El huevo también se escogió por ser un símbolo de fertilidad. Entre los paganos, ese día estaba asociado con las prácticas más licenciosas.

Durante el período de crecimiento del papado, el día de Ishtar fue adoptado por la Iglesia y llamado Pascua. Incluso los símbolos, el conejo y los huevos, se conservan como recordatorios de su origen pagano. Estos ejemplos demuestran con cuanta facilidad el diablo impuso las ideas paganas en la Iglesia. A medida que el papado se asentaba en el poder, adoptaba costumbres sin fundamento bíblico que lo identificaban como el verdadero poder falso descrito por Dios en Apocalipsis capítulo 13.

La pregunta que nos viene a la mente en este momento es: ¿Seguimos al pie de la letra la Biblia en todas nuestras doctrinas? Si la tradición y las costumbres paganas se han infiltrado tan fácilmente en la Iglesia, ¿qué hay del resto de las doctrinas? Lo que hemos mencionado hasta ahora, no se opone a los mandamientos directos de Dios. No existe ningún mandamiento que obligue la observancia de la resurrección de Cristo o de su nacimiento.

Podemos pensar en su resurrección y nacimiento cuando sea y en cualquier día del año. En el próximo capítulo descubriremos, sin embargo, que se introdujeron otras doctrinas paganas que atacan el centro mismo de la verdadera religión de la Biblia. No nos preocupamos tanto, salvo por aquellas cosas que contravienen algún mandato claro de Dios.

El creciente poder del papado continuó su plan, falsificando algunas de las verdades más importantes contenidas en la Palabra de Dios. Mantengamos los ojos abiertos para reconocer estas falsificaciones y permanecer fieles a la verdad pura, en su forma original.

Dos de los aspectos más importantes que distinguen al poder de la bestia, se revelan en Apocalipsis capítulo 13: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:16-18). Hasta ahora hemos identificado nueve características de la bestia y cómo se aplican al papado. Agregaremos la décima a nuestra lista al explicar el número de su nombre.

Según Apocalipsis 13:17, el número de su nombre también será el número de un individuo. Sin duda, esto se refiere al hombre que lidera el poder de la bestia. El método antiguo utilizado para derivar un número de un nombre, es tomar el valor numérico de todas las letras y sumarlas para obtener un total. Si queremos aplicar este procedimiento al papado, debemos encontrar el nombre oficial del papa, quien es el jefe de su Iglesia. Si este es el número de un hombre, naturalmente sería el de la persona que lidera la institución.

Es interesante notar que existe un título oficial en latín para el papa, un título que ha sido otorgado por la propia Iglesia. Este título se utiliza repetidamente en las publicaciones de la Iglesia. Pero en el semanario católico Nuestro visitante dominical, de abril de 1915, se revela que las letras del título oficial están inscritas en la mitra del papa. Aquí está la cita original: “Las letras inscritas en la mitra del papa son estas; Vicarius Filii Dei, que en latín significa ‘Vicario del Hijo de Dios’. Los católicos sostienen que la Iglesia, la cual es una sociedad visible, debe tener una cabeza visible; Cristo, antes de su ascensión al cielo, nombró a San Pedro para actuar como su representante. Por lo tanto, al obispo de Roma como cabeza de la Iglesia, se le dio el título de ‘Vicario de Cristo’”. En la actualidad, la mitra del papa no tiene inscrito el título en latín, pero las palabras están incorporadas en las ceremonias de coronación de cada nuevo papa.

Con este nombre oficial del papa en mano, podemos proceder a aplicar la prueba de la Escritura. ¿Cómo se obtiene el número de su nombre? Al sumar el valor numérico del título Vicarius Filii Dei, obtenemos un número determinado: 666. Note cómo se calcula a continuación, al asignarse a cada letra su valor numérico:

V - 5

I - 1

C - 100

A - 0

R - 0

I - 1

U OR V - 5

S - 0

F - 0

I - 1

L - 50

I - 1

I - 1

D - 500

E - 0

I - 1

112 + 53 + 501 = 666

Alguien podría objetar que esto es mera coincidencia. Admitiríamos la suposición que esto es una simple casualidad, si esta fuese la única marca de identidad en la que nos apoyamos. Pero el hecho es que esta es la décima de una larga lista de características que la Biblia utiliza para identificar el poder de la bestia. Esto corrobora lo que ya se ha venido diciendo con respecto a la aplicación de estas características a la potencia papal. Es la prueba final junto con las características claramente definidas en las Escrituras.

Estamos listos para considerar el clímax de las falsificaciones en lo que concierne al poder de la bestia. Sabemos que esta potencia iba a falsificar muchas de las grandes verdades de Dios. Se trató de una combinación de ideas paganas con doctrinas cristianas, que dio origen a una aglomeración de confusión, conocida como “Babilonia” en las Escrituras.

Algunas de las falsificaciones se resumen de la siguiente manera: en lugar de la palabra de Dios, tradición; en lugar del Espíritu Santo, el papa; en vez del bautismo por inmersión aspersión; en lugar de la santa cena, la transubstanciación; en lugar de la ley eterna de Dios, la ley cambiada; en lugar de diezmos, impuestos e indulgencias; en lugar de la muerte, el purgatorio; en lugar del sello de Dios, la marca de la bestia.

Nos interesa especialmente la marca de la bestia. En Apocalipsis 14:9, 10 leemos: “Si alguno adora a la bestia... y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”. Es un asunto de vida o muerte. Por lo que debemos saber exactamente qué es esta marca y cómo podemos evitarla.

En primer lugar, notamos en la Biblia que la marca siempre se opone al sello de Dios. Apocalipsis 7:2, 3 revela que el sello de Dios se coloca en la frente, al igual que marca de la bestia. Las dos cosas parecen estar en contraposición directa entre sí. Ambas se colocan en la frente. Nos preguntamos: “¿Qué es el sello?”. Si podemos aclarar este punto, nos ayudará a identificar la marca.

Un sello es algo que tiene que ver con asuntos legales. Los documentos oficiales siempre llevan el sello del órgano rector. Todos los gobiernos tienen un sello que estampan en los documentos legales. El propósito es mostrar que hay una autoridad que respalda el documento. Esto es evidente en lo referente a las leyes del país. Toda nueva ley lleva un sello que demuestra que dicha ley está respaldada por el poder y la autoridad.

Note que cada sello tiene tres componentes: El nombre de la autoridad, el cargo o título de la autoridad y el territorio sobre el cual ejerce su poder. El sello del presidente de los Estados Unidos contiene las siguientes palabras: Bill Clinton, presidente, de los Estados Unidos de América. Cuando dicho sello se coloca sobre una ley o documento oficial, evidencia que la autoridad del presidente respalda esa declaración.

¿Tiene que ver el sello de Dios también con su ley? Si es así, ¿cómo y dónde está impreso? Leamos Isaías 8:16: “Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos”. Esto confirma que el sello está relacionado con la ley. En efecto, su ley está sellada entre los discípulos de Dios. Pero ¿dónde llevan puesta los fieles la ley? La respuesta se encuentra en Hebreos 10:16: “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”.

Así es como el sello del Señor es colocado sobre los discípulos. Está escrito en sus mentes o, simbólicamente, en sus frentes. Proverbios 7:2, 3 lo aclara mejor: “Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón”. La ley, como pueden ver, se observa tanto con la mano como con la mente; por lo tanto, se dice que se aplica en la mano y en la frente.

Busquemos en la ley de Dios para comprobar qué parte constituye el sello. Pero primero, averigüemos en qué consiste el poder y la autoridad de Dios. El presidente ejerce la autoridad en virtud de su cargo de presidente. Dios reclama poder basado en su cargo de Creador del universo. Notemos las palabras que se encuentran en Jeremías 10:10-12: “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno... Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos.

El que hizo la tierra con su poder”. Se reitera lo mismo en Salmos 96:5: “Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos”. Podemos añadir un texto más que se encuentra en Isaías 40:25, 26: “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas”.

Nos impresiona que lo que distingue al Dios verdadero es su poder creador. Él basa su derecho de autoridad sobre el hecho que es el único y verdadero Dios que tiene el poder de crear. Pero ¿cuál es la señal o monumento de su creación? Génesis 2:2, 3 responde a esta pregunta: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. El sábado es un monumento conmemorativo del poder creador que lo distingue de los dioses falsos.

Estamos preparados para escudriñar la ley de Dios a fin de determinar cuál es en verdad su sello de autoridad. Recuerde que un sello debe incluir el nombre, el cargo y el territorio de dicha autoridad. Estudiamos uno por uno los diez mandamientos del decálogo. Se eliminaron todos, excepto uno. Los tres componentes de un sello se hallarán únicamente en el mandamiento que incluye el nombre, el título y el territorio de Dios.

Ubicado en el mismo corazón de la ley se encuentra el memorial de su poder creador, y note que ese cuarto mandamiento también contiene los tres componentes del sello. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios [nombre]... Porque en seis días hizo [cargo: Creador] Jehová los cielos y la tierra [territorio], el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11). En otras palabras, el sábado es el sello de Dios, la marca del único que tiene la capacidad de crear y que está autorizado para gobernar la tierra. Para que su ley tenga autoridad, le ha colocado el sello, como evidencia de que Él respalda cada uno de los mandamientos de dicha ley.

Nos preguntamos: “¿Es el sábado realmente el sello de Dios?”. Echemos un vistazo a Ezequiel 20:12: “Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico”. Aquí al sábado se llama la “señal” de Dios. ¿Es eso lo mismo que un sello? Romanos 4:11 expresa que “sello” y “señal” son la misma cosa, y se usan indistintamente en las Escrituras. “Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso”.

Veamos cuál es la relación entre el sello de Dios y la marca de la bestia. Ambos compiten entre sí. En Apocalipsis 14:9, 10, el mensaje del tercer ángel describe a los que tienen la marca: “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero”.

En el versículo doce se identifica a otro grupo con esta declaración: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Dicho de otra manera, los que guardan los mandamientos de Dios no tienen la marca de la bestia y los que tienen la marca de la bestia no obedecen los mandamientos de Dios. Los Diez Mandamientos, que contienen el sello de Dios, compiten con la marca de la bestia. El sello es el sábado; por lo tanto, el sábado contradice la marca. Entonces, ¿cuál es la marca?

Para responder a esta pregunta, debemos regresar nuevamente a Daniel 7:25, donde se describe al papado como un poder que “pensará en cambiar los tiempos y la ley”. Aprendimos cómo se eliminó el segundo mandamiento y cómo se dividió el décimo en los catecismos del papado. Pero ¿qué pasa con los “tiempos” mencionados en el versículo? ¿Dónde se menciona el tiempo en la ley? Se menciona en el cuarto mandamiento. ¿Pensó el papado en cambiar el sábado, la única referencia al tiempo en la ley? Claro que sí, y sucedió de la manera más interesante.

Los paganos tenían un sistema de religión basado en el culto al sol. Su día sagrado era el primer día de la semana, al que llamaron Día del Sol en honor al dios sol. Los paganos observaban el domingo y los cristianos observaban el sábado. Pero en la época del emperador romano Constantino sucedió algo significativo. Constantino se convirtió al cristianismo y abrió las puertas de la iglesia a todos sus seguidores paganos.

Con el fin de obtener poder, prestigio y ganar un mayor número de adeptos para la iglesia, aceptó muchas de las costumbres paganas del culto al sol. Ya se han descrito algunas de estas concesiones, como la Navidad y la Pascua. Otra de esas costumbres era la observancia del domingo. Parecía más conveniente permitir a los paganos observar su día de adoración el domingo y pedirles a los cristianos que se unieran a ellos. Así que, Constantino elaboró la primera ley sobre guardar el domingo en lugar del sábado. Los concilios de la Iglesia papal reforzaron esta ley, hasta que se arraigó con fuerza en el cristianismo y en el mundo.

Nos concentraremos en el testimonio de los historiadores seculares. Pueden leer la información por sí mimos. Cada declaración está definida con claridad en los registros históricos. De la Enciclopedia Británica bajo el artículo “El domingo” leemos: “Fue Constantino quien primero promulgó una ley para la debida observancia del domingo, y quien... dispuso que se celebrara de forma regular en todo el Imperio romano”.

Estas son las palabras del Dr. Gilbert Murray, Mag., Dr. Lit., Dr. Der., M. A. B., profesor de griego en la Universidad de Oxford: “Ya que Mitra era ‘El Sol, el Invicto’ y el Sol era la ‘Estrella Real’, la religión buscaba un rey que pudiera servir como representante de Mitra en la tierra... El emperador romano parecía ser el indicado para ocupar el cargo de rey. En marcado contraste con el cristianismo, el mitraísmo reconoció al césar como el portador de la gracia divina y sus devotos llegaron a formar parte de las legiones y el servicio civil... Fue tanta la aceptación, que pudo imponer al mundo cristiano su propio día del sol en lugar del sábado y el cumpleaños del sol, el veinticinco de diciembre, como el cumpleaños de Jesús”. (Historia del cristianismo a la luz del conocimiento moderno).

El Dr. William Frederick afirma la misma verdad histórica: “Los gentiles eran un pueblo idólatra que adoraba al sol y el domingo era su día más sagrado. Ahora bien, para alcanzar a la gente en este nuevo contexto, parece tan natural como necesario hacer del domingo el día de descanso de la Iglesia. En este momento, era importante para la Iglesia adoptar el día de los gentiles o que los gentiles cambiaran su día. Cambiar el día de los gentiles hubiese supuesto una ofensa y un tropiezo para ellos. La Iglesia naturalmente podría ganar más adeptos observando su día”. (El domingo y el sábado cristiano, págs. 169, 170).

La revista The North British Review ofrece las siguientes razones por las que los cristianos adoptaron el domingo pagano: “Aquel día era el domingo de sus vecinos paganos y respectivos conciudadanos, y el patriotismo gustosamente se unió a la conveniencia en la tarea de hacerlo, a la vez, el día de su dios y su sábado... En efecto, la Iglesia primitiva guardó silencio en torno a la adopción del domingo, hasta que este se consolidó y reinó supremo, y ya era demasiado tarde para volver a cambiarlo”. (volumen XVIII, pág. 409).

Como la profecía de Daniel predijo que el papado “pensar[ía] en cambiar los tiempos y la ley”, preguntémosle si tuvo algo que ver con este cambio del sábado. Queremos ser justos con todos y obtener un testimonio fidedigno de todos. Las siguientes citas son tomadas de fuentes católicas reconocidas que expresan sin ambigüedades las afirmaciones del papado sobre el intento de cambio. Cita tomada de la Enciclopedia católica, Volumen IV, pág. 153: “La Iglesia, después de cambiar el día de descanso del Sabbath judío, o séptimo día de la semana, al primero, hizo que el Tercer Mandamiento se refiriera al domingo como el día a ser guardado como sagrado y como Día del Señor”.

La Historia de la salvación y de los mandamientos, pág. 294, edición de 1963, por el Rev. Leo J. Trese y John J. Castlelot, S.S. lo describen con estas palabras: “No se dice nada en la Biblia sobre el cambio del día del Señor del sábado al domingo. Sabemos del cambio a través de la tradición de la Iglesia —un hecho que ha sido comunicado desde tiempos pasados por la voz viva de la Iglesia—. Por este motivo nos parece tan ilógica la actitud de muchos no católicos, que dicen que no creen nada que no sea fundamentado en la Biblia, sin embargo, continúan observando el domingo como el día del Señor porque la Iglesia católica así lo dice”.

Otro conocido escritor católico dio esta explicación sobre el cambio: “La Iglesia católica transfirió la observancia del séptimo al primer día de la semana... La Iglesia católica consideró más apropiado designar este día, en lugar del sábado, el día festivo de los cristianos” (Esto es catolicismo, edición de 1959, John Walsh, S. J., pág. 325).

Un catecismo de 1958 por Killgallen y Weber titulado La vida en Cristo: Instrucciones en la fe católica lo explica de esta manera: “¿Por qué la Iglesia cambió el día del Señor del sábado al domingo? La Iglesia, haciendo uso del poder de atar y desatar, que Cristo le confirió al papa, cambió el día del Señor al domingo” (pág. 243).

El Rev. Stephen Keenan dice lo siguiente en El Catecismo doctrinal: “Pregunta: ¿Hay alguna otra forma de garantizar que la Iglesia tiene el poder para instituir festivales de precepto? Respuesta: Si no hubiese tenido dicho poder, no habría podido lograr aquello con lo que todos los religiosos modernos concuerdan. No le hubiera sido posible sustituir la observancia del sábado, el séptimo día de la semana, por la observancia del domingo, el primer día de la semana, un cambio que no está respaldado por la autoridad bíblica”. Notemos la palabra “sustituir”, un término utilizado una y otra vez para describir las actividades de este poder.

El cardenal Gibbons, en su libro La caja de preguntas, pág. 179, hace esta sorprendente admisión: “Si la Biblia es la única guía para el cristiano, entonces los adventistas del séptimo día tienen razón al observar el sábado junto con los judíos... ¿No es extraño que aquellos que hacen de la Biblia su única guía, sigan inconsistentemente en este asunto la tradición de la Iglesia católica?”

Rev. John A. O’Brien en el libro Comprendiendo la fe católica, pág. 13, edición de 1955, declara: “La Biblia no contiene todas las enseñanzas de la religión católica ni tampoco redacta los deberes de sus miembros.

Tomemos, por ejemplo, el asunto de la observancia del domingo, la asistencia al servicio divino y la abstención del trabajo servil innecesario en ese día. Este es un asunto sobre el que nuestros vecinos protestantes han puesto un gran énfasis durante muchos años; sin embargo, en ninguna parte de la Biblia se designa el domingo como el Día del Señor; el día mencionado es el sábado, el último día de la semana. La Iglesia primitiva, consciente de su autoridad para enseñar en el nombre de Cristo, cambió deliberadamente el día al domingo”.

Uno de los mayores desafíos lanzados al protestantismo está contenido en una declaración del padre Enright, presidente del Colegio Redentorista de América: “Fue la Santa Iglesia católica la que cambió el día de reposo del sábado al domingo, el primer día de la semana. Y no solamente obligó a todos a guardar el domingo, sino que también obligó a todas las personas a trabajar el séptimo día bajo pena de excomunión. Los protestantes... profesan una gran reverencia por la Biblia y, sin embargo, mediante el acto solemne de guardar el domingo, reconocen el poder de la Iglesia católica. La Biblia nos dice: ‘Acuérdate del día de reposo para santificarlo’. Pero la Iglesia católica dice: ‘NO: guarden el primer día de la semana’; y he aquí, el mundo civilizado entero se inclina en reverente obediencia al mandato de la Iglesia católica”. ¡Usted debe responder a ese desafío! ¿A quién va a obedecer?

Escuchen las palabras de C. F. Thomas, Canciller del Cardenal Gibbons, en respuesta a una carta sobre el cambio del día de reposo: “Por supuesto que la Iglesia católica afirma que fue responsable de ese acto. Y el acto es una indicación de su poder y autoridad eclesiástica en cuestiones religiosas”. De este modo, el asunto se vuelve más claro. Dios asegura que es el Dios verdadero: El sábado es un sello de su autoridad como Creador de todo. Al guardar el sábado, reconocemos su autoridad como el Dios verdadero. Pero la Iglesia católica se manifiesta y declara: “No, no guarden el sábado; observen el primer día de la semana. Lo cambiamos, y ese cambio es una señal de nuestro poder para invalidar la ley y la autoridad de Dios”.

La marca de la bestia, entonces, es el domingo falso, mediante el cual la bestia intenta ser reconocida como una autoridad superior al Creador mismo. La señal o sello de la autoridad de Dios (el sábado) es reemplazada por la institución papal y su marca sustituta (el domingo), la cual reclama como su autoridad. ¡Oh, si el mundo pudiera entender la profundidad del problema que tenemos ante nosotros hoy! ¿A quién obedeceremos: a Dios o a la bestia? Cuando entendemos lo que está en juego, debemos tomar una decisión importante, ya sea guardar el verdadero día de reposo y reconocer la autoridad de Dios, o aceptar el falso día de adoración y reconocer las aseveraciones de la Iglesia católica. Al final, recibiremos el sello de Dios o la marca de la bestia. Solo hay dos bandos: Dios y el dragón, la verdad y el error, la Biblia y la tradición.

Un libro publicado en 1956 titulado La fe de millones, actualmente disponible en la librería católica como un libro de texto sobre el catolicismo, incluye esta interesante declaración en la página 473: “Pero ya que el sábado y no el domingo se especifica en la Biblia, ¿no es curioso que los no católicos, que profesan seguir una religión fundamentada en la Biblia y no en la Iglesia, observen el domingo en lugar del sábado?

Sí, por supuesto, es incongruente; pero este cambio tuvo lugar unos quince siglos antes que surgiera el protestantismo, y en aquel tiempo, la costumbre era observada universalmente. Han continuado con esta tradición, aunque se base en la autoridad de la Iglesia católica y no en un versículo explícito de la Biblia. Esta práctica permanece como un recuerdo de la Iglesia Madre, de la cual se separaron las sectas no católicas. Es como cuando un muchacho se fuga de su casa, pero lleva en el bolsillo una foto de su madre o un mechón de su cabello”.

Hace mucho tiempo, el cardenal Gibbons resumió el problema al que se enfrenta todo individuo en lo referente al tema del sábado: “La razón y el sentido exigen la aceptación de una u otra de estas alternativas: el protestantismo y la observancia del sábado, o el catolicismo y la observancia del domingo. Hacer concesiones es imposible” (Catholic Mirror, 23 de diciembre de 1893).

Quizás se pregunte qué piensan los protestantes con respecto a lo que estamos considerando aquí. Ellos hablarán con voz propia. Incluimos algunas de las confesiones honestas de esas iglesias sobre la cuestión del sábado. Todas las declaraciones que aparecen aquí han sido hechas por individuos con autoridad. A continuación, se incluye una cita del Dr. Edward T. Hiscox, autor del Manual bautista: “Había y hay un mandamiento que exige la observancia del sábado, pero ese día de reposo no era el domingo.

Se dirá, sin embargo, y con cierto aire de triunfo, que el día de reposo se transfirió del séptimo al primer día de la semana... ¿Dónde se encuentra registrado dicho cambio? Desde luego que no se encuentra en el Nuevo Testamento... Sé muy bien que el domingo se comenzó a guardar a principios de la era cristiana como un día religioso. Esta información la obtuvimos de los padres de la Iglesia y otras fuentes. ¡Pero es lamentable que venga etiquetado con la marca del paganismo y bautizado con el nombre del dios sol, cuando fue adoptado y sancionado por la apostasía papal y transmitido como un legado sagrado al protestantismo!” (Extraído de un documento leído ante una conferencia de ministros de Nueva York celebrada el 13 de noviembre de 1893.) Este gran líder bautista condensa en unas pocas frases todo lo dicho en las páginas de esta obra.

La publicación presbiteriana Christian at Work (El cristiano en acción) expresa lo siguiente: “Algunos han tratado de fundamentar la observancia del domingo en una orden apostólica, aunque los apóstoles nunca emitieron mandato alguno sobre este asunto... La verdad es que en cuanto recurrimos a la litera scripta (la escritura literal) de la Biblia, los sabatistas tienen los mejores argumentos” (Ed. 19 de abril de 1883). El compendio teológico metodista declara: “Es cierto que no hay ningún mandamiento en favor del bautismo de infantes... ni tampoco uno que respalde la observancia del primer día de la semana”.

El Dr. W. R. Dale (Congregacional) en Los Diez Mandamientos, págs. 106 y 107, indica: “Resulta evidente que por muy rígida o devotamente que guardemos el domingo, no estamos guardando el día de reposo. El sábado tiene su fundamento en un mandato divino específico. No existe un fundamento válido para la observancia del domingo... No encontramos una sola declaración en el Nuevo Testamento que sugiera que incurrimos en algún castigo por violar la supuesta santidad del domingo”.

La postura de la Iglesia luterana, como se revela en La confesión de fe de Augsburgo, establece que: “La observancia del día del Señor (el domingo) no se apoya en ningún mandato de Dios, sino en la autoridad de la Iglesia”. El portavoz episcopal Neander escribe en la Historia de la religión cristiana y la iglesia, pág. 186: “La festividad del domingo, como todas las demás festividades, fue siempre una ordenanza humana, alejada de las intenciones de los apóstoles de establecer un mandato divino sobre este punto. Lejos estaba de los apóstoles y la Iglesia primitiva atreverse a transferir las leyes del sábado al domingo”.

En Las diez reglas para vivir, de Clovis G. Chappell, leemos: “Debemos recordar que el sábado es un regalo de Dios al hombre. Nos damos cuenta, evidentemente, que nuestro día de reposo no es el mismo que observan los judíos. El suyo fue el séptimo día de la semana, mientras que el nuestro es el primero. La observancia del primer día, en lugar del séptimo, no se fundamenta en ningún mandamiento. No se encuentra en las Escrituras la autoridad para cambiar el séptimo día por el primero. Los cristianos del primer siglo comenzaron a adorar en domingo porque Jesús resucitó de entre los muertos ese día. Luego, este día de adoración se convirtió también en un día de descanso, un día festivo legal. Esto ocurrió en el año 321. Nuestro sábado cristiano, por lo tanto, no es un mandamiento” (pág. 61).

Podríamos incluir declaraciones de otras fuentes denominacionales, pero el espacio no lo permite. ¿Cómo responde a esto? Sin lugar a dudas, hemos visto que Dios predijo el surgimiento de una potencia que trataría de cambiar el sábado; la historia da fe que dicha potencia intentó hacer el cambio; la potencia misma admite que trató de cambiarlo; y los protestantes confiesan que se hizo el cambio. ¿Cuántos se pondrán del lado de la verdad bíblica?

El mundo se acerca vertiginosamente al momento en que el sábado de Dios se convertirá en una suprema prueba de obediencia. Sus implicaciones estarán ante la vista de todos los habitantes de la Tierra. En ese momento, cuando todo esté claramente revelado, las personas aceptarán el sello de Dios o la marca de la bestia. El libro de Apocalipsis habla de un edicto final emitido por los gobiernos de este mundo, que buscarán imponer la marca sobre todos los moradores de la tierra. “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente” (Apocalipsis 13:16).

Es evidente que nadie recibe la marca hasta que el acto legislativo de un gobierno humano la imponga a todos. Entonces, el verdadero día de reposo y el falso (domingo) estarán tan claramente definidos, que todos tendremos que tomar una decisión: si guardar el verdadero día de reposo con la mente y las manos, o someterse al falso día de reposo del papado. En el próximo capítulo conocerá la identidad de la nación que presionará al mundo para que acepte el día de reposo falso, y buscará imponer esa marca de lealtad al papado.

Cualquier persona debería estar orgullosa de ser estadounidense. Ciertamente no hay ningún otro lugar en la tierra donde la libertad se disfrute tan plenamente como en nuestro Estados Unidos. ¿Alguna vez se ha preguntado el porqué de esto? Hay una razón que explica el nacimiento de la democracia en este hemisferio. No es una casualidad que Estados Unidos sea la capital mundial de la libertad. En realidad, la bestia de Apocalipsis capítulo 13 tuvo mucho que ver con el origen de los Estados Unidos.

Quizás se pregunte: “¿Cómo pudo el poder papal ser responsable del nacimiento de esta nación?” Fueron las persecuciones de la bestia en Europa lo que provocó el surgimiento de los Estados Unidos. Los peregrinos, para escapar de las persecuciones religiosas del papado, huyeron al Nuevo Mundo de América donde podían actuar de acuerdo con su conciencia en lo que concernía a su adoración.

Veamos el panorama completo a partir de las páginas de la profecía en la Palabra de Dios. Los primeros diez versículos de Apocalipsis 13 describen el papado en su ascenso al poder. Hemos estudiado esta profecía en detalle. El versículo 10 cierra con la descripción de la captura del papa en 1798: “Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos”. Seguidamente, Juan vio en visión una segunda bestia, la cual describe en el siguiente versículo. “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (Apocalipsis 13:11). Debemos tener mucho cuidado al identificar esta segunda bestia. Hay varios puntos que nos revelarán la identidad de esta potencia.

En primer lugar, se la ve “subiendo”, al mismo tiempo que la primera bestia recibe su herida mortal. Dado que la primera bestia (el papado) recibió su herida en 1798 cuando el general Berthier tomó cautivo al papa, se espera que la segunda bestia surja durante ese tiempo. Esto quiere decir que alrededor de 1798 este poder haría su aparición en el mundo. En segundo lugar, esta segunda bestia saldría “de la tierra”. Esto contrasta con la primera, que salió del agua. Apocalipsis 17:15 explica que el agua simboliza pueblos y naciones. La segunda bestia, que sale de la tierra, representa a una nación que surge en algún lugar del mundo donde no existían civilizaciones pasadas ni multitudes. La ausencia de agua denota escasez de personas.

En tercer lugar, esta nación tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y no poseían coronas como los de la primera bestia. Surgió pacíficamente como un cordero, y la ausencia de coronas revela que no estaba sujeta a poderío de reyes. No era una monarquía ni una dictadura. Todo acerca de esta bestia sugiere una democracia pacífica.

Estamos listos para identificar a esta segunda bestia. No puede existir ninguna duda con respecto a su identidad. Solo hay una nación en la historia que reúne los requisitos. Estados Unidos de América era la única nación que “subía” al poder en 1798, cuando la primera bestia recibió su herida mortal. La Constitución fue adoptada en su forma original en 1787 y la Carta de Derechos se aprobó en 1791. Además, en 1798 una potencia mundial reconoce a los Estados Unidos por primera vez. Los historiadores documentan que hubo algo maravilloso y providencial con respecto al surgimiento de este país.

El cumplimiento exacto de esta profecía se da con el nacimiento de esta nación en el Nuevo Mundo, donde no existían vestigios de civilizaciones anteriores. Surgió de manera pacífica y democrática, y se fundamentó en dos grandes principios: el protestantismo y republicanismo. La Iglesia y el Estado debían mantenerse separados. Nuestros antepasados fueron testigos de los males que resultan de un sistema donde la Iglesia y el Estado gobiernan juntos.

Leamos una declaración de John Wesley, un prodigioso estudiante de la Biblia y fundador de la Iglesia metodista. Al escribir en 1754 en su Nuevo Testamento con notas explicativas, después de aplicar las características de la primera bestia de Apocalipsis 13 al papado, expresó lo siguiente: “Otra... bestia... que aún no ha surgido, aunque no ha de tardar; porque está profetizado que aparecerá al final de los cuarenta y dos meses de la primera bestia” (pág. 427). Notemos que Wesley esperaba una nación que surgiera en poco tiempo, y que se ajustará a la descripción de la profecía. Solo Estados Unidos podría haber llenado sus expectativas.

Sería bueno si nos detuviéramos aquí en nuestro estudio, pero no tendríamos el panorama completo si no leyéramos el resto de la profecía. Los versículos 11 y 12 continúan así: “y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada”. En otras palabras, llegaría el momento en que Estados Unidos cambiaría su tono pacífico y democrático. Bajo alguna influencia, comenzaría a hacer obligatoria la adoración: “mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.

Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que, a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13:14-17).

Una nación habla a través de sus leyes. Parece un tanto increíble, al leer estas cosas desde la perspectiva actual, que los Estados Unidos lleguen a promulgar leyes religiosas y a tratar de obligar a la gente a adorar de cierta manera, pero la profecía no falla. Será un reflejo del papado o desarrollará un sistema que se asemeje a ese poder. La Iglesia y el Estado se unirán a fin de hacer cumplir las leyes religiosas, semejándose más al sistema papal.

De acuerdo con esta profecía, Estados Unidos finalmente impondrá la marca de la bestia. ¿Qué significa esto? ¿Cuál es la marca? Basados en la Palabra de Dios, hemos demostrado que es el día de reposo falso establecido por la bestia. Sus propios sacerdotes y líderes afirman que la observancia del domingo en lugar del sábado bíblico, es una señal de lealtad a la Iglesia católica. Entonces, ¿tratará Estados Unidos de hacer cumplir la observancia del domingo? Eso es exactamente lo que se predice, y también lo que se perfila ahora mismo en la política estadounidense.

No importa que prefiramos creer lo contrario, nuestro amado país comenzará a utilizar su influencia para obligar a todos a guardar el domingo. Ya se han sentado las bases. En este momento, la mayoría de los estados tienen leyes dominicales elaboradas. En algunos lugares, estas leyes religiosas han creado dificultades económicas para los observadores del sábado. Se ha instado a algunas grandes ciudades a boicotear a quienes se nieguen a guardar el domingo. La profecía de Apocalipsis 13:17 indica que se aplicarán sanciones económicas: “y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.

La Corte Suprema de los Estados Unidos ha dictaminado que las leyes dominicales no son inconstitucionales ni discriminatorias. Esto abre el camino para que todas las leyes estatales y locales en vigencia, que son confusas y contradictorias, sean reemplazadas por una ley nacional que estandarizará el cumplimiento de la observancia del domingo en todo el país. Con los increíbles avances que se dan con miras a lograr un control federal de las libertades individuales, este paso para regular el día de adoración no parecerá tan drástico cuando suceda.

Fíjense bien: estos cambios ya se asoman en el horizonte. Los que se nieguen a aceptar el falso día de adoración enfrentarán multas, boicot, prisión y finalmente, amenazas de muerte. Cuando el tema del sábado se convierta en un asunto nacional, la gente se verá obligada a tomar partido de un lado o del otro. Toda persona tendrá que tomar una decisión. Se colocará la marca de la bestia sobre todos los que elijan desobedecer el mandamiento de Dios de santificar el día de reposo. Al aceptar la marca de lealtad al papado (el domingo), rechazan la marca que Dios declara como su señal de autoridad: el séptimo día de reposo.

Bien podría plantearse la interrogante: “¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?” Esa es una pregunta importante y la respuesta lo es aún más. Su salvación eterna depende de su decisión ahora. No puede pasar por alto las repercusiones de esta revelación en lo referente a la obediencia del mandamiento del sábado. No es asunto de conveniencia o inconveniencia. Tiene que ver con la ley de los Diez Mandamientos que fue escrita por Dios mismo. Violar uno de esos mandamientos es pecar, y nadie que peque voluntariamente será salvo. La observancia del sábado se ha convertido en la prueba de lealtad y amor a Dios. “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17).

Rápidamente, el mundo se identifica con uno de los dos bandos. El tiempo se acaba. El gran conflicto está por entrar a su fase final. Si bien el ecumenismo atrae a un bloque de denominaciones a un contexto liberal, basado en gran parte en la desobediencia al sábado de la santa ley de Dios, otro grupo se distingue como los que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).

A medida que la prueba se vuelve más severa, todo individuo debe elegir obedecer a Dios o al hombre, seguir los mandamientos de Dios o la tradición, guardar el verdadero día de reposo o su falsificación, recibir el sello de Dios o la marca de la bestia. Ahora es el momento de resolver el problema. “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad” (Apocalipsis 22:14).

Esta lección bíblica ha sido adaptada de la serie Guía de Estudio de Amazing Facts por Bill May. Para más información, visite nuestra página web en afbookstore.com.

A la luz del mensaje de advertencia presentado en este libro, es fácil entender por qué la ley de Dios y el debate sobre el cuarto mandamiento es un tema que genera tanta controversia hoy día. El objetivo de Satanás es impedir que la humanidad experimente los principios del amor, a fin de que la mayor cantidad posible de personas se aparten del camino que trae paz, alegría y seguridad. A través de diversos medios, especialmente del engaño, el diablo busca representar la ley de Dios como una carga restrictiva. ¿Pe-ro cuán cierto es esto?

Es importante en estos últimos días que cada uno obten-ga un conocimiento personal de la Palabra y de la voluntad de Dios. Si vamos a hacerle frente a los engaños del enemigo, nece-sitamos la ayuda del Espíritu de Dios y un “escrito está”, para poder salir victoriosos como Cristo. Por lo que el objetivo de esta breve lección bíblica es equiparlos mejor, para que tengan un fundamento firme sobre el cual permanecer en pie mientras el mundo es arrasado por la anarquía.

Que Dios le ayude a ser parte de los fieles de Apocalipsis 14:12:

“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los man-damientos de Dios y la fe de Jesús”.

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1. ¿Tiene Dios una ley? ¿Cuál es?

“Entonces Jehová dijo a Moisés: [...] te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles” (Éxodo 24:12). “Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:13).

Respuesta: El fundamento de todo gobierno son las leyes que rigen a sus ciudadanos. Las leyes ayudan a mantener el orden y a garantizar justicia. (Incluso la naturaleza se rige por leyes: leyes de la herencia y de la gravedad). La ley que Dios empleó para enseñar a su pueblo a obedecer es la de los Diez Mandamientos, que se encuentra en Éxodo 20 y Deuteronomio 5.

2. ¿Quién dio los Diez Mandamientos?

“Y dio a Moisés... dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas” (Éxodo 31:18; 32:16).

Respuesta: La Biblia nos dice que: “Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego... y todo el monte se estremecía en gran manera” (Éxodo 19:18). Hubo “estruendo” y “relámpagos” (Éxodo 20:18). En ese mo-mento, el Dios del cielo repitió en voz alta los Diez Mandamien-tos a los hijos de Israel, y luego los escribió en tablas de piedra con su propio dedo.

3. ¿Por qué Dios nos dio los Diez Mandamientos?

Respuesta: La Biblia detalla las siguientes razones por las que Dios dio su ley:

A. “Sin profecía el pueblo se desenfrena; más el que guarda la ley es bienaventurado” (Proverbios 29:18). “Hijo mío, no te olvides de mi ley... porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán” (Proverbios 3:1, 2).

La ley de Dios es una guía que nos permite vivir felices y en abundancia. Dios nos creó para que experimentáramos paz, larga vida, contentamiento, éxito y todas las demás bendiciones que anhela nuestro corazón. La ley de Dios es un mapa que señala el sendero correcto para encontrar la felicidad verdadera y supre-ma.

➔El gozo interior lo experimentan los que guardan los manda-mientos de Dios. Fuimos creados para vivir en armonía con es-tos principios eternos.

B. “Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). “Pero yo no conocí el pe-cado sino por la ley; porque tampoco conociera la co-dicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7). “Todo aquel que comete pecado, infringe tam-bién la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4).

La ley de Dios muestra a corazones pecadores como los nuestros, la diferencia entre el bien y el mal. El pecado es agravio; es transgredir o violar la ley. Sin una ley que nos muestre qué es el pecado, no existiría una norma con la cual juzgar las malas accio-nes. La ley de Dios es como un espejo (Santiago 1:23-25). Señala lo malo en nuestras vidas de la misma manera que un espejo se-ñala la suciedad en nuestra cara. La forma correcta de saber que estamos pecando es examinar cuidadosamente nuestra vida fren-te al espejo de la ley de Dios. La esperanza para este mundo con-fuso se encuentra en los Diez Mandamientos de Dios. ¡Ellos nos indican dónde demarcar el límite!

C. “Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos es-tatutos [mandamientos]... para que nos vaya bien to-dos los días” (Deuteronomio 6:24). “Sosténme, y seré salvo, y me regocijaré siempre en tus estatutos. Ho-llaste a todos los que se desvían de tus estatutos” (Salmo 119:117, 118).

La ley de Dios nos salvaguarda del peligro y de la tragedia. Es como un sistema de alarma que defiende nuestros hogares de ladrones y delincuentes. Nos protege de la falsedad, asesinato, idolatría, robo y de muchos otros males que destruyen la vida, la paz y la felicidad. Todas las leyes buenas son una salvaguarda, y la ley de Dios no es una excepción. ¡Cuán poderosa es la decla-ración en Deuteronomio 8:3 que Cristo usó cuando Satanás lo tentó en el desierto: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4)!

D. De hecho, la ley de Dios es su carácter en forma es-crita, para que podamos comprenderlo mejor. Obser-ve esta tabla que contiene todas las diferentes formas en que la ley de Dios refleja el carácter de Dios:

Características Dios es La ley es buena

Bueno Lucas 18:19 1 Timoteo 1:8

Santo Isaías 5:16 Romanos 7:12

Perfecto Mateo 5:48 Salmos 19:7

Puro 1 Juan 3:3 Salmos 19:8

Justo Deuteronomio 32:4 Romanos 7:12

Verdadero Juan 3:33 Salmos 19:9

Espiritual 1 Corintios 10:4 Romanos 7:14

Justo Jeremías 23:6 Salmos 119:172

Fiel 1 Corintios 1:9 Salmos 119:86

Amoroso 1 Juan 4:8 Romanos 13:10

Inmutable Santiago 1:17 Mateo 5:18

Eterno Génesis 21:33 Salmos 111:7, 8

4. ¿Se puede cambiar o abolir la Ley de Dios?

“Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley” (Lucas 16:17). “No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios” (Salmo 89:34). “Fieles son todos sus preceptos [mandamientos]. Afirmados eterna-mente y para siempre, hechos en verdad y en rectitud” (Sal-mo 111:7, 8).

Respuesta: No. La Biblia es clara en que la ley de Dios no se puede cambiar. A diferencia de las leyes hechas por humanos, que los legisladores pueden modificar o incluso abolir, la ley de Dios nunca ha cambiado y nunca cambiará. La razón es que Dios, el Legislador, nunca cambia: “Porque yo Jehová no cam-bio” (Malaquías 3:6). (Consulte la tabla de la página anterior).

➔ “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamien-tos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).

5. ¿Abolió Jesús la ley de Dios mientras estuvo aquí en la tierra?

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cier-to os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumpli-do” (Mateo 5:17, 18).

Respuesta: ¡No! ¿Cómo podría Jesucristo, Dios con nosotros, abolir su propia ley cuando esta nunca puede ser abolida? En efecto, el propósito específico de Jesús en esta tierra, el cual Él mismo reveló, fue “cumplir” o guardar la ley para magnificarla (Isaías 42:21). La humanidad consiguió distorsionar y malinter-pretar la ley de Dios, de modo que Jesús vino a restaurarla. Por ejemplo, explicó que el asesinato equivale a entregarse al odio (1 Juan 3:15) y a enojarse sin razón (Mateo 5:22); aclaró que la luju-ria es una forma de adulterio (vv. 27, 28). No, Jesús no abolió la ley de Dios mientras estuvo en la Tierra: la guardó a perfección. Su vida terrenal sigue siendo una evidencia poderosa que la ley es la guía perfecta para una vida santa. Además, Cristo fue cruci-ficado porque quebrantamos la ley de Dios. Se pagó un precio muy alto. Si la ley hubiese sido abolida u obsoleta, ¿por qué tuvo que morir Cristo?

➔ Lejos de abolir la ley de Dios, la muerte de Jesús en la cruz revela cuánto le importa a Dios su ley.

6. ¿Se salvarán las personas que quebranten los man-damientos de Dios?

“La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17). “Porque si pecáremos voluntariamente después de ha-ber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados” (Hebreos 10:26).

Respuesta: Hemos aprendido que el pecado es la infracción de la ley y el resultado del pecado es la muerte. Así que los que pe-can no serán salvos. Según Romanos 3:23, eso nos involucra a todos: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. ¡Pero gracias a Dios no termina aquí! La última parte de Romanos 6:23 continúa diciendo: “Más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Eso significa que “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). Dios perdona a cualquiera que se arrepienta genuinamente de sus pecados y que acepte que la san-gre de Cristo lo cubra. No solo eso, sino que Cristo da al que se arrepiente el poder de vencer el pecado (1 Juan 1:9).

En ese proceso de cambio de carácter, tropezamos y pedimos perdón multitud de veces. La misericordia de Dios cubre eso: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Prover-bios 24:16). Aunque, Hebreos 10:26 habla del pecado continuo y deliberado. Si alguna persona peca repetidamente, ignorando los llamados del Espíritu Santo a arrepentirse o postergando lo que sabe que debe hacer, está en peligro de endurecer su corazón al pecado, hasta que un día no siente el deseo de volverse de sus caminos pecaminosos o, peor aún, ni siquiera los ve como peca-minosos. Por eso es importante que escuchemos al Espíritu Santo cuando dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros co-razones” (Hebreos 3:7, 8).

7. ¿Se puede salvar una persona guardando la ley?

“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justi-ficado delante de él” (Romanos 3:20). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8, 9).

Respuesta: Un pecador no se salva guardando la ley. La salva-ción viene sólo por Cristo a través del don de su gracia; y recibi-mos este don por fe, no por nuestras obras. Además, ninguna cantidad de obediencia en el futuro puede enmendar los pecados cometidos en el pasado. Recuerde, la ley sirve como un espejo que señala nuestros defectos. Su propósito es hacernos sentir la necesidad del Salvador. Cuando vemos lo que Él ha hecho y está haciendo por nosotros, de forma espontánea desearemos guardar su ley.

➔ “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

8. ¿Cómo debemos entender la ley de Dios bajo el Nuevo Pacto?

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26, 27). “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré” (Hebreos 10:16). “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

Respuesta: No podemos guardar la ley de Dios por nuestra cuenta. Pero cuando reconocemos que somos pecadores, con co-razón honesto y quebrantado, podemos clamar a Dios para obte-ner liberación del pecado. ¡Es entonces, a través del poder del Espíritu Santo, que Dios puede transformar nuestro carácter pe-caminoso para que refleje su carácter impecable! Se nos da un corazón nuevo. Podremos guardar su ley plenamente (1 Corintios 15:57, 1 Juan 5:4).

Lo atractivo de este pacto, llamado el “nuevo pacto” en Hebreos capítulo 8, es que provee una solución real a la enfermedad mor-tal del pecado. Dios promete escribir su ley en nuestro corazón y hacernos nuevas criaturas que guarden sus mandamientos. “Por-que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:14, 15). ¡Con la guía del Espíritu Santo, estamos dotados de fuerza divina para resistir a Satanás y su influencia!

9. ¿Tengo que guardar todos los Diez Mandamientos?

“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofen-diere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10).

Respuesta: Si elegimos dejar de lado uno de los Diez Manda-mientos, descuidamos una parte esencial del plan divino. Com-paremos la ley de Dios a las cuerdas amarradas que sostienen un puente. Si un solo nudo se deshace o se rompe, el puente, el ca-mino hacia la seguridad, se derrumbará, aunque el resto de la cuerda no se rompa. De la misma manera, violar un mandamien-to, en última instancia, nos llevará a caer de la gracia, incluso si guardamos los otros nueve.

10. ¿Debemos también guardar el mandamiento del sá-bado? “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra al-guna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11).

Respuesta: En el cuarto mandamiento, Dios ordena que debe-mos trabajar seis días y descansar con toda nuestra casa el sépti-mo día, tal como Él lo hizo al comienzo de la Creación. Dios sa-bía que más tarde tenderíamos a olvidar su día de reposo, así que, comenzó este mandamiento con la palabra “acuérdate”.

➔ Dios santificó el séptimo día al comienzo de la Creación, lo que equivale a que lo apartó para uso santo (véase Génesis 2:1-3).

11. ¿Cuál día es el día de reposo?

“Mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios” (Éxodo 20:10). “Cuando pasó el día de reposo... muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol” (Marcos 16:1, 2).

Respuesta: Según las Escrituras, el día de reposo es el séptimo día de la semana, es decir, el sábado. En más de 100 idiomas, el término séptimo día equivale a la palabra inglesa “Sabbath”. Por ejemplo, en español es sábado; en indonesio es Sabtu.

➔ El séptimo día de la semana (sábado) es el Día de Reposo.

12. ¿En qué día acostumbraba a adorar Jesús?

“Vino [Jesús] a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16).

Respuesta: La costumbre de Jesús era adorar en sábado. Toda su vida honró el día de reposo.

➔ Jesús nos dio el ejemplo para que andemos como Él anduvo (1 Juan 2:6).

13. ¿Pero no se cambió el sábado por el domingo?

Respuesta: No. No hay evidencia en ninguna parte de las Escri-turas que Jesús, su Padre o los apóstoles hayan cambiado el sép-timo día, sábado, a cualquier otro día de la semana. De hecho, la Biblia enseña lo contrario. Considere la evidencia por usted mismo:

A. Dios bendijo el sábado. “Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:11). “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó” (Génesis 2:3).

B. Cristo esperaba que su pueblo guardara el día de reposo en el año 70 cuando Jerusalén fue destruida. Sabiendo muy bien que Jerusalén sería destruida por Roma en el año 70, Jesús advirtió a sus seguidores de ese tiempo: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mateo 24:20, énfasis agregado). Jesús dejó en claro que su pueblo guardaría el sábado después de su resurrección.

C. Las mujeres que vinieron a ungir el cadáver de Cristo guardaron el sábado. Jesús murió “la víspera del día de reposo” (Marcos 15:42), que a menudo se conoce como “Viernes Santo” (véase también el versículo 37). Las mu-jeres prepararon especias y ungüentos para ungir su cuer-po, entonces “descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento” (Lucas 23:56). Solo “cuando pasó el día de reposo” (Marcos 16:1) vinieron las mujeres “el primer día de la semana” (v. 2) para continuar su triste labor. En-tonces descubrieron que Jesús se había “[levantado] por la mañana, el primer día de la semana” (v. 9), comúnmen-te llamado “Domingo de Pascua”. Eso significa que Jesús también, como las mujeres, descansó el día de reposo, el día anterior al domingo de Pascua, el día que ahora lla-mamos sábado.

D. Lucas, el autor del libro de los Hechos, no hace mención de ningún cambio con respecto al día de adoración. En el libro de los Hechos, Lucas dice que escribió su Evangelio (el libro de Lucas) acerca de “todas” (Hechos 1:1) las co-sas que Jesús enseño. Pero no escribió nada sobre algún cambio hecho en el mandamiento del sábado.

E. El sábado, se guardará por la eternidad. En los cielos nuevos y la Tierra Nueva, que serán restaurados de la la-cra del pecado, ¡el sábado seguirá siendo un día de ado-ración y descanso para todo el pueblo de Dios! “Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí... así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de... día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová” (Isaías 66:22, 23).

➔ ¡El sábado será para siempre un día para descansar y adorar al Creador!

14. ¿No debería yo santificar el domingo en honor a la re-surrección de Cristo?

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bau-tismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nue-va. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la seme-janza de su muerte, así también lo seremos en la de su resu-rrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucifi-cado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Roma-nos 6:3-6).

Respuesta: La Biblia tiene mucho que decir acerca de la resu-rrección de Cristo, pero no da indicios que el pueblo de Dios de-ba santificar el domingo en honor a la resurrección o por cual-quier otro motivo. En cambio, honramos a Cristo obedeciendo sus mandamientos (Juan 14:15), no al sustituir la ley eterna por tradiciones humanas.

➔ Jesús instituyó el bautismo, no la observancia del domingo, en honor a su resurrección.

15. Si guardar el domingo como día de reposo no está en la Biblia, ¿a quién se le ocurrió la idea?

“Y... pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25). “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición... Pues en vano me honran, enseñando como doc-trinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:6-9). “Sus sa-cerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios... Y sus profetas recubrían con lodo suelto... diciendo: Así ha di-cho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado” (Ezequiel 22:26-28).

Respuesta: Aproximadamente 300 años después de la resurrec-ción, en parte debido al odio contra los judíos, líderes religiosos mal orientados recomendaron que el día de adoración de Dios se cambiara del sábado al domingo, del séptimo día al primer día de la semana. Dios predijo que esto sucedería, ¡y así fue! Este error se transmitió de generación en generación. Por lo tanto, la obser-vancia del domingo no es más que una tradición humana. Solo Dios puede santificar los días. Bendijo el sábado y cuando Dios bendice, ningún hombre puede “revocarla” (Números 23:20).

16. ¿Cómo se siente Dios con los líderes religiosos que ig-noran el sábado?

“Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santua-rios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia... y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos... Por tanto, derramé sobre ellos mi ira” (Ezequiel 22:26, 31).

Respuesta: Si bien es cierto que algunos líderes religiosos creen que el domingo es sagrado porque desconocen la verdad, aque-llos que a sabiendas guardan el domingo en lugar del sábado profanan lo que Dios ha llamado santo; también han hecho que otros lo profanen. Jesús reprendió a los fariseos por hacer lo mismo con sus mandamientos: desobedecerlos de forma inten-cionada en favor de la tradición (Marcos 7:7-13).

17. ¿Me afecta personalmente la observancia del sábado?

“Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17). “Bienaventurados los que lavan sus ro-pas [guardan los mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciu-dad” (Apocalipsis 22:14). “[Jesús] les dijo: El día de re-poso fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Marcos 2:27).

Respuesta: El sábado nos recuerda el poder de Dios para crear por medio de su palabra, incluyendo el acto de crear en nosotros un corazón limpio. Cuando Dios, por su palabra, creó el mundo, apartó el sábado como una señal o sello de su obra perfecta. Así también Dios sella a sus hijos “para el día de la redención” (Efe-sios 4:30) al transformar su carácter para que reflejen el suyo (2 Corintios 3:18). El sábado juega un papel muy importante en el proceso de recibir este nuevo corazón: “Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” (Ezequiel 20:12). Su observancia —y la observancia de los otros nueve manda-mientos— es el resultado natural de un corazón que ama a Dios y ha sido rescatado del pecado.

¡Dios ha provisto de un tiempo en el que podemos descansar de nuestras labores y pasar tiempo con nuestro Creador! ¡En él po-demos adorar a Dios a través del estudio de su palabra, adorar juntos, disfrutar de la hermosa naturaleza que Dios creó, hacer buenas obras en favor de los demás y mucho más! A través del acto de observar el sábado, proclamamos nuestra lealtad al Dios Creador por encima de todos los demás reyes. Mientras Satanás y los poderes terrenales intentan cambiar la ley de Dios, noso-tros, como los tres jóvenes hebreos en el horno de fuego, pode-mos decidirnos por Dios y honrarlo. Si los hacemos, Dios tam-bién nos honrará, y nos promete que comeremos del árbol de la vida.

➔ “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12:8, 9).

18. ¿Aceptará la oferta que le hace Dios de convertirlo en una nueva criatura? ¿Desea honrarlo guardando sus mandamientos?

Su respuesta: ________________________________________

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